Por José Iván Ruvalcaba Cruz
El trabajo que se hacía en esta empresa era desfibrar la penca del agave y convertirlas en costales y telas de empaque. Aparte se trabajaba la fibra de palma y henequén que era traída especialmente de San Luis Potosí y Campeche. En esta empresa se trabajaban tres turnos de 8 horas cada uno, por lo cual se trabajaba día y noche cuando la empresa estuvo en auge. La producción diaria era de alrededor de dos toneladas de telas de empaque que se mandaban a Sonora, Michoacán, Coahuila y otras regiones algodoneras. La empresa contaba con 145 trabajadores aproximadamente, a estos se les pagaba a destajo según el departamento era su especialidad. Estos obreros ganaban de 150 a 200 pesos semanales según el destajo. También contaban con aguinaldo. El monto del mismo era según su especialidad y además tenían dos semanas de vacaciones al año. En diciembre se acostumbraba celebrar un convivio a los trabajadores en el cual la empresa aportaba la mitad de lo que se gastaba.
La empresa era de varios socios y el presidente del consejo de administración era el licenciado Luis F. Uribe, originario de la ciudad de México. Cuenta la gente que una de las principales causas de quiebra de esta empresa fue la entrada del plástico al mercado, la otra fue la mala orientación hacia los trabajadores por parte de sus dirigentes sindicales: dado que la empresa remuneraba muy bien a los trabajadores accidentados en la misma, se empezaron a originar muchos accidentes tales como pérdidas de dedos y amputaciones por lo cual esta empresa se quedó sin fondos ya que había disminuido mucho la venta ocasionando la quiebra total.
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